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La tragedia de la discoteca Cromagnon.

Suceden de vez en cuando en las grandes ciudades cuando miles o decenas de miles de jóvenes, con ganas de bailar, beber y consumir drogas se reúnen en una sala o estadio, atraídos por orquestas o espectáculos. La tragedia se produce cuando el organizador o propietario, con aceitadas relaciones con los funcionarios municipales y de seguridad, deciden - él y ellos ? ser ?flexibles? por razones económicas en lo establecidos por las normas de seguridad. La investigación y proceso para conocer a los responsables de la tragedia se prolonga a veces años. La sentencia nunca llega y cuando llega, por alguna razón los culpables no van a la cárcel.

Sucedió en Buenos Aires el 30 de diciembre del año 2004 en la discoteca Cromagnon donde ofrecía un recital la banda de rock Callejeros. Una bengala inició un incendio en las telas, plásticos y otros materiales inflamables del techo. La multitud se dirigió a las puertas pero la de salida estaba cerrada y las otras dos eran totalmente insuficientes para permitir la evacuación rápida de los jóvenes reunidos en una masificada sala, cuadruplicando la capacidad autorizada. Por asfixia o aplastados murieron 194 y 1.432 resultaron heridos.

A medianoche, una hora después de la tragedia, llegó el cardenal al lugar de la tragedia, cuando decenas de ambulancias retiraban a los muertos y heridos. Dio la extremaunción a siete jóvenes y visitó cuatro de los grandes hospitales donde habían sido trasladados parte de los 1.400 heridos, acompañándolos y consolando a los familiares hasta el amanecer.

En el hospital Ramos Mejía estuvo con Amelia y junto a su hija Gabriela Barros: ?Logró que mi hija abriera los ojos, llorara y agarrara fuerte mi mano. La hizo revivir para que nos viera?, dice la madre. ?Al despedirse, en la puerta del ascensor, me dijo: ?¿Sabés una cosa?. En el momento de darle la unción no quería decirte que le quedaban pocos minutos de vida a tu hija?.

En la tarde del 31 de diciembre volvió a visitar otros hospitales.

La tragedia más grande de la historia argentina entre las debidas a causas no naturales, sino a causas humanas, conmovió al país y provocó una grave crisis política en el gobierno de la capital. A medida que pasaron los días se fue descubriendo que la catástrofe había sido originada por una compleja red de corrupción, sobornos, negligencia e impericia. En el local, con capacidad para 1.000 personas habían ingresado 4.500, la autorización de servicio contra incendios estaba caducada, la mayoría de los extintores no funcionaban, el servicio médico para primeros auxilios estaba en manos de personas no profesionales, la policía había sido sobornada lo que hizo permitió que entrara cuatro veces la capacidad autorizada y no registrara a los que ingresaban, para impedirles hacerlo con drogas y bengalas (como se acostumbra en los bailes roqueros). Un empleado jubilado y una ama de casa figuraban como propietarios de la discoteca Cromagnon, cuya sede estaba inscrita en Montevideo, aunque luego se averiguó que dependía de una sociedad domiciliada en las Bahamas.

Al cumplirse un mes de la tragedia, el cardenal ofició una misa por las víctimas: ?Yo dejaré en medio de ti a un pueblo pobre y humilde que se refugiará en el nombre del Señor? (Sof. 3:12). Así suena la promesa de Dios a su pueblo en momentos de mucha dificultad y prueba. No le promete ni riqueza, ni poder. Le promete su intimidad, su calidez de Padre, su acogida llena de ternura y comprensión.

?Y hoy nosotros venimos a pedir esto. Nuestro dolor, desde hace un mes, es muy grande; un dolor que no se puede expresar con palabras; un dolor que abofeteó a nuestra ciudad, que golpeó a hogares enteros. Venimos a encontrar refugio en el nombre del Señor. Pedimos su caricia amorosa de Padre. Que nos consuele y no nos abandone, porque queremos seguir caminando y queremos seguir luchando. Nos apoyamos en su promesa: ?Felices los afligidos, porque serán consolados? (Mt. 5:5). Le pedimos su consuelo, que no es una especie de resignación pasiva sino la caricia del Padre que nos levanta y nos vuelve a poner en camino, que es misericordioso y que hace justicia. ?Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados? (Mt. 5:6). Por eso también le pedimos justicia. Le pedimos que su pueblo humilde no sea burlado por ninguna astucia mundana; que su mano poderosa ponga las cosas en su sitio y haga justicia?.

El 30 de diciembre, al cumplirse el año de la tragedia, celebró una misa en la catedral, que se inició encendiéndose 194 velas por cada uno de los muertos, cuyos familiares llevaban fotos y una palabra, ?Justicia?. En cardenal en su homilía dijo entre otras cosas:

?Hace un año esta ciudad sufrió la bofetada de una tragedia. Vio segada la vida de 194 hijos jóvenes, que eran promesas, que eran futuro. Se nos segó la esperanza de esos chicos, que no van a ser sustituidos por nadie, porque cada uno es único, insustituible.

?Buenos Aires necesita llorar. No ha llorado lo suficiente. Buenos Aires trabaja, busca, negocia, se preocupa por el turismo, pero no ha llorado lo suficiente, necesita ser purificada por el llanto de esta tragedia y de tantas. Ciudad distraída, ciudad dispersa, ciudad egoísta, llorá, te falta ser purificada por las lágrimas, que purifique con el llanto a esta ciudad tan casquivana y superficial.

?Mientras, recordamos los nombres de los chicos. Esos que no están pero nos dejaron la herencia, la dura advertencia de que no nos hacemos cargo de las múltiples tragedias de la ciudad?

En la procesión del Corpus Christi, en junio de 2006, Bergoglio bendijo una imagen de la Piedad ? la Virgen con Jesús muerto en sus brazos - , que miles de fieles de cuatro parroquias, entre ellos muchos jóvenes, se dieron cita en la Plaza de la Memoria, en el barrio de Once, en una de cuyas esquinas estaba la discoteca

Durante la misa, a la que asistió el jefe del gobierno municipal de de Buenos Aires, Jorge Telerman ? de confesión judía - , que había sucedido en el cargo al intendente Aníbal Ibarra, destituido en un juicio político por la negligencia que hizo posible la catástrofe. En la ceremonia cardenal Bergoglio renovó la consagración de la ciudad y de la diócesis a Nuestra Señora de Luján y recordó que "si no hay encuentro con Jesús la vida se nos vuelve inconsistente, va perdiendo sentido".

La prensa comentó que ?el acto tenía un profundo significado político, ante la grave situación social y el nivel de corrupción político, en el que el cardenal marcó diferencias con el simplificador racionalismo que expresan culturalmente sectores cercanos al narcotráfico y a las política a favor del aborto que se proponen desde el gobierno?.

La conmemoración año tras año de la tragedia de Cromagnon, mientras los políticos y los abogados demoraban el juicio de los culpables disgustaba en sectores gubernamentales. En algunos círculos de católicos conservadores veían en sus misas y procesiones una intencionalidad política y se preguntaban el por qué y el cómo de ellas y su silencio en otros acontecimientos, como la exposición blasfema del pintor León Ferrari, que mientras unos católicos habían organizado una marcha, el cardenal ?se había limitado a pedir una jornada de ayuno y oración para reparar la ofensa?.

El doble ataque de la izquierda progresista por un lado y los católicos conservadores por otro, movió a José María Poirier, director de Criterio a escribir:

?A Bergoglio le duele el país, como a su tan querido Leopoldo Marechal. Le duelen los chicos de la calle, los excluidos, las familias en crisis, los desocupados, los jóvenes de Cromagnon. La religión para él es parte fundante de la persona y la comunidad. No es un fundamentalista, es un creyente.

?Que le preocupe la política nacional y porteña habla, en todo caso, bien de él, y no mal. Es un ciudadano, es un dirigente social que vislumbra ante él un panorama y más o menos violento.

?Que su fuerte personalidad suscite preocupación en el gobierno no sorprende. Es probablemente el adversario más temido.

?Que suscite también cierta inquietud en algunos obispos, resulta igualmente poco sorprendente: podría verse limitada la colegialidad ante lo que se presume como excesiva autoridad.

?Bergoglio tiene los rasgos de un hábil estratega y de un líder silencioso. Como al líder radical y presidente Hipólito Yrigoyen, en el silencio y la concentración encuentra nueva fuerza. Pero el Cardenal sabe que ha sido llamado a ser ?pastor y maestro?, que su misión es de unidad y de diálogo. Él mismo se definiría como ?hombre de frontera?.

En el año 2007 antes de iniciarse la misa en la catedral las campanas sonaron 194 veces, recordando a las víctimas. El templo estaba lleno, sobre todo de adultos, - padres, madres, parientes de los muertos - , pero en la marcha desde la plaza de Mayo hasta el ?santuario de los pibes de Cromagnon? predominaron los jóvenes, mas de 3.000 encabezados por una bandera argentina.

En su homilía el cardenal comentó el evangelio de ese día, domingo, día de los Inocentes muertos por Herodes ?uno de los tiranos de la larga lista responsables de muertes cuando se trata de defender sus propios intereses. Herodes me hace pensar en nuestros hijos, los que están y los que no están y en los intereses escondidos, intereses económicos cómplices de la tragedia, en el llanto de los padres, que no llegó a toda la ciudad, falta de solidaridad, una ciudad egoísta, que quizás lo único que atina a decir es gracias a Dios que a mí no me tocó" y pidió para que la urbe "llore y tenga hambre y sed de justicia?.

El 2009, Bergoglio dijo en su homilía: ?Hoy venimos a orar en el 5º aniversario de esta tragedia, necesitamos que se nos hable de lo único que puede dar sentido al dolor, al sufrimiento, a un sinsentido como el que hemos vivido.

?Venimos a llorar por nuestra ciudad que no tiene lágrimas de madre para esos hijos que hoy recordamos y para tantos otros que ella abandonó. Esta ciudad vanidosa, casquivana, orgullosa, coimera. Esta ciudad que maquilla las heridas de sus hijos para que no la hagan sufrir. No las cura, las maquilla. Esta ciudad que esconde a sus ancianos mal alimentados, los arrincona porque no quiere ver el sufrimiento de los que nos dieron la vida. Ciudad que abandona a sus chicos, que elegantemente los llama ?chicos en situación de calle?. Se desprende de ellos y los tira a la calle.

?Para que esta ciudad en vez de matar, aprenda a parir, sea promesa de vida. Lloramos recordando estos jóvenes que han muerto y le decimos a esta ciudad ?mirá, la mayoría de ellos murieron entrando y saliendo para salvar a otros, no se escaparon para salvar el pellejo?. Le decimos a esta ciudad que sea madre solidaria como lo fueron estos chicos que dieron testimonio entrando y saliendo hasta no pudiendo salir más.

?El dolor no se va, camina con nosotros. Lo peor que podemos hacer es la receta del espíritu mundano que es anestesiarlos con otras noticias, con otras distracciones. El dolor hay que asumirlo como ustedes, los más cercanos, lo asumen. Nosotros, los que estamos más lejos, también lo queremos asumir. Hay que asumirlos y dejar que se añejen en nuestro corazón y se transformen en semilla de fecundidad.

?En estos días navideños les digo a ustedes: miremos al Niño. Es el único que puede hacer añejar el dolor en nuestro corazón y transformarlo en sabiduría, en semilla de fecundidad. Y miremos a la Madre, pidámosle a la Madre, que sabe lo que es sufrir, que haga madre a esta ciudad compadrita, superficial y que le cuesta dar vida?.

***

La Justicia caminaba despacio. Omar Chabán, propietario de dos de los lugares emblemáticos under de Buenos Aires y organizador del espectáculo de la discoteca Cromagnon, había sido detenido y luego puesto en libertad bajo fianza, mientras se instruía el sumario. Lo mismo sucedió con su socio, axial como con altos cinco funcionarios municipales y seis policías. Rafael Levy, el mercader de las tinieblas, dueño de la discoteca y de varios prostíbulos, ni siquiera tuvo que pasar una noche en la cárcel. Al cabo de año y medio el intendente de Buenos Aires, sometido a un juicio político por el poder legislativo municipal, fue destituido.

El juicio de Omar Chabán, su socio, los altos funcionarios municipales y los policías, se celebró en agosto del año 2008 y la sentencia se dictó un año después: Omar Chabán fue condenado a 20 años por estrago doloso y cohecho activo, el que fuera secretario de Seguridad de la capital y un subcomisario de la Policía Federal a 18 años por cohecho pasivo. Recurrieron la sentencia y todavía hoy- nueve años después de la tragedia - siguen en libertad. Levy, el mercader de las tinieblas no tiene aun ni siquiera fecha para ser juzgado*.

* Si el drama que costó tantas vidas hubiera ocurrido hace ochenta años, cuando fue desmantelada la red mafiosa judía internacional Zwi Migdal dedicada a la trata de blancas, la comunidad habría sido expulsado a Levy de la sinagoga y aun de la posibilidad de ser enterrado en el cementerio israelita.