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Los años oscuros

«Al cumplir sus 52 años Bergoglio se vio confinado, tuvo, como él  dice, "un momento de gran crisis interior estando en Córdoba". Una crisis distinta de la de su juventud, motivada por las lecturas marxistas que le daba su jefa de laboratorio, que estuvo a punto de poner a prueba sus creencias, o de la que tuvo al regresar de  Santiago de Chile y enamorarse. Una crisis más grave.

Entonces recordó lo que decía San Ignacio de Loyola: "Dado por  supuesto que en la desolación no debemos cambiar los primeros propósitos, aprovecha mucho reaccionar intensamente contra la misma desolación como, por ejemplo, insistir más en la oración y meditación, en examinarse mucho, y en alargarnos en algún modo  conveniente de hacer penitencia".

»En la habitación que se le había asignado en la residencia, la  número 5 y en la capilla, ante el Santísimo, pasó muchas horas  recordando su infancia, sus padres y sus abuelos inmigrantes.

»"No quería más que dedicarse a orar y pensamos que estaba medio  enfermo", dice el padre Carlos Carranza. El padre Jose Antonio Sojo, director de la residencia, preocupado y sabiendo que dormía poco y  mal, le ofreció cambiarlo de habitación a una interior, para que no le molestara el ruido de la calle y pudiera descansar, pero Bergoglio  no quiso.

»"Yo tengo un hermano jesuita, Pablo, y frecuentaba mucho la casa de  la Compañía, atendiendo a los sacerdotes que estaban enfermos", dice  la doctora Selva Tissera. "Estaba preocupada por la salud y estado emocional del padre Bergoglio y por eso le traje de México una  medalla de la Virgen de Guadalupe, que compré cuando visité el santuario de la Patrona de América. Cuando se la di, Bergoglio se  emocionó al punto de que se le empañaron los ojos y se la colgó al cuello".