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La familia Aimelt y el secreto de Bergoglio 

El 29 de noviembre, Liliana Esther Aimetta, misionera metodista, maestra, de 22 años de edad, y el profesor Néstor Julio España fueron secuestrados por un «grupo de tareas» del Ejército. Al día siguiente su hermana, Ana María Aimetta, estudiante de Filosofía en la Universidad de El Salvador y miembro de Guardia de Hierro, recibió una llamada telefónica del Provincial de la Compañía, que le pidió encontrarse con ella en la Casa de Ejercicios de San Miguel. Se conocían desde hacía años porque Ana María era una de las discípulas de Amelia Podetti, la profesora de Filosofía cuyas ideas compartía Bergoglio. El padre Jorge le dijo que deseaba ayudarla. Hizo gestiones y averiguó que estaba en la Escuela Mecánica de la Armada. No consiguió hacer nada más por la maestra, hoy considerada como una de las mártires de la fe de la Iglesia Metodista. Liliana y su compañero Néstor pasaron a engrosar la lista desaparecidos.

En 2006, volvieron a encontrarse con motivo de la publicación de la Introducción a la Fenomenología del Espíritu, de Amelia Podetti, editada con una introducción de Ramiro Podetti y un comentario de Ana María Aimetta. Ambos eran amigos de Bergoglio desde los años 70 y coincidieron que había muchos motivos para pedirle al arzobispo que escribiera el prólogo.

En esas reuniones hablaron de su hermana Liliana, y Jorge Bergoglio le dijo cuánto había sufrido y le hacía sufrir el drama de los desaparecidos, entre otras razones por una de carácter familiar: su primo hermano el teniente coronel Oscar Lorenzo Cogorno fue detenido a raíz del fracasado golpe de los generales Valle y Tanco, y fusilado por orden del general Aramburu. «La violencia engendra violencia y eso lo hemos padecido durante años. Nunca más», le dijo Bergoglio aquella noche.